A
orillas del Guadalquivir en un palacio nací, aunque sólo recuerdo
un patio con su rumor de fuente y un huerto claro donde madura el
limonero.
De
aquella época recuerdo la confitería de mi familia materna en el
mismo barrio en el que nació el primer hombre en avistar América y
el despacho en el que trabajaba mi padre, con la alta frente, la
breve mosca y el bigote lacio.
No
vivimos mucho tiempo en aquella ciudad. Mi abuelo consiguió aprobar
una oposición muy importante y toda la familia se traslado a Madrid.
Antes de partir, una mañana de primavera, mi padre nos llevo a
Huelva a conocer el mar y sus estelas.
En
Madrid mis hermanos y yo comenzamos a ir a uno de los colegios más
innovadores de la época. Allí el maestro un día soñaba un nuevo
florecer de España.
Así fui
pasando los años, entre suspensos en Latín y Lengua Española. Sin
terminar el bachiller, mi hermano y yo nos dedicamos a la vida
bohemia y a interesarnos por todo lo que había alrededor, desde
tertulias literarias, hasta los toros pasando por los tablaos
flamencos y el teatro.
Empezamos
a movernos entre Madrid y París, donde conocí a los escritores más
modernos de la época. De aquellos viajes y de aquellas Soledades
nació mi primer libro.
Comencé
a conocer la fama y aconsejado por aquel maestro que soñaba un nuevo
florecer, prepare oposiciones para ser profesor de francés. Justo un
año después aprobé. Pude elegir entre tres vacantes y al final
marché a la capital de provincia más pequeña de España. En lo
profesional inicie mi vida de maestro de pueblo y en lo personal
conocí al amor de mi vida, aunque poco duro, ya que murió de
tuberculosis a los 3 años de estar casados.
Triste y
viudo, pedí traslado a la capital, pero la única vacante estaba en
la capital de la comarca más rica de Jaén, en una ciudad que llaman
la Salamanca andaluza. Aproveche para estudiar Filosofía y Letras y
así poder dejar aquella ciudad que tan poco le gustaba con rumbo a
una ciudad con muchos restos romanos.
Con la
República regresé a Madrid y empecé a organizar el Teatro Popular,
pero cuando estalló la guerra, como tantos otros, tuve que marchar
con los que quedaban de mi familia, entre ellos mi madre, primero a
un pueblo de Valencia, luego a la ciudad condal, y de ahí a una
pequeña ciudad francesa donde morí y me enterraron poco antes de
terminar la guerra.
¿Quién será?¿Quizás un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra bueno???
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